miércoles, 16 de marzo de 2016

Recolección de personajes I {Héctor White}

Bienvenidos, queridos lectores, a mi humilde sección de este periódico. Como bien ha explicado mi jefe en las presentaciones, mi cometido aquí será recolectar. Pero… ¿el qué? Cualquier cosa interesante sobre vuestros personajes. Algunos destacan por las tragedias que cargan sobre sus hombros, por la tenacidad de sus decisiones e incluso por las relaciones que mantienen con las personas que los rodean. Mi misión será traeros lo más suculento de todos ellos.


Y he decidido inaugurar mi rincón con un personaje que me ha llamado soberanamente la atención, aunque, admito que en un principio fue para mal. ¿A qué persona en su sano juicio no le gustan los gatos? Mi primer objetivo era dilucidar este hecho, sin embargo, no me fue difícil averiguar que el origen de esta aversión era algo tan simple como una alergia. Una vez que mi orgullo de amante de los gatos fue aplacado, me permití el lujo de investigarlo un poco. Y me alegro de haberlo hecho, porque me topé con un hombre muy interesante.


El protagonista de esta primera entrada se llama Héctor White y es, nada más y nada menos, que un apuesto nephilim que ronda la treintena. Según la información que he podido recabar, perdió a sus padres a la tierna edad de 14 años. Está claro que una desgracia así siempre te dolerá, pero creo que Héctor la sufrió a una edad especialmente difícil. Este hecho marcó de manera crucial tanto el desarrollo de su personalidad como su vida posterior. Cuando esto ocurrió, tuvo que abandonar el hogar familiar y mudarse al Instituto, aunque al menos no lo hizo solo. Lo acompañó su parabatai, que es nada más y nada menos que su primo.


Hasta aquí puede que les parezca la infancia cotidiana de un nephilim. Al fin y al cabo, esta raza no es conocida precisamente por su longevidad. Debido a su arriesgado trabajo, suelen tender a morir jóvenes y la triste realidad es que la probabilidad de que un niño nephilim quede huérfano es terriblemente alta.


Sin embargo, cuando este muchacho maduró lo suficiente como para poder ser considerado un hombre hecho y derecho, decidió tomarse un tiempo y abandonar sus raíces. En su lugar, se mezcló entre los mundanos. Claro que no optó por la tranquilidad ni mucho menos. Así que, demostrando que es una persona de acción, se unió a las filas del ejército. Pero esto no duró mucho, ya que el deseo de impedir que otros niños quedaran huérfanos como él le impulsaron a regresar a Nueva York. No me negarán que es muy conmovedor, ¿verdad?


Y aunque no llevo la sección de rumores, estoy segura de que habrá muchas interesadas -y seguro que más de un interesado- en conocer la disponibilidad del susodicho… Pues bien, está soltero, pero a menos que pretendas ser un rollo de una noche, no eres su tipo. Si aún así sigues interesad@, te recomiendo que lleves fuego siempre encima, porque tengo entendido que, además de su primo, el tabaco es su otro gran aliado y compañero.

En cuanto al tema amoroso, fuentes fiables me han revelado que tuvo un encontronazo con una muchacha en el bosque. Y al parecer, ella le disparó un dardo tranquilizante. A eso lo llamo yo empezar fuerte, ¿eh? En todo caso, no me inmiscuiré más en estos asuntos, ya que no entran dentro de mis competencias. Si les interesa este aspecto, tendrán que ponerse en contacto con mis compañeras. Lo que si añadiré, porque me pareció muy curioso, es que ha desarrollado un -atractivo, en mi opinión- fetichismo por los uniformes. Tal y como le sientan, no creo que nadie se queje. Al menos, yo no. De hecho, se dejó ver ataviado con su viejo uniforme de militar por la desastrosa Fiesta de San Valentín.

Este interesantísimo personaje lleva pululando por Dulce Bellum Inexpertis desde el 9 de Enero, brindándonos con una de las primeras fichas del foro. Si deseas saber más sobre él, te recomiendo que leas alguno de sus temas, entre los que destaco Marcando el territorio y Facing mistakes.

En fin, espero que hayan disfrutado con mi primera entrada y que decidan volver a leerme.  Y, sobre todo, les deseo que las musas inspiren vuestra elocuencia.



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